viernes, 29 de julio de 2016

La carta de un papá primerizo a su bebé:




 ‘Si solo hubiera sabido cuánto te iba a amar’

hola.com26 de julio de 2016



Recibir a tu primer bebé se convierte en una montaña rusa de emociones, algo que Patrick O’Malley ha entendido gracias a la experiencia. La llegada de Lola Rose a su vida le regaló una oportunidad única, algo que quiso compartirle a través de una carta de lo más emotiva. Miedo al cuidarla, tensión por no conectar con ella y la enorme felicidad que le ha regalado, todo lo plasmó en esta carta. Al leerla, vio que el mensaje podría servirle a alguien más, por lo que la compartió en Facebook y en el blog Queens of Constance. Toma los pañuelos y prepárate para leer una de las epístolas más tiernas del mundo.
“107, 048, 700 segundos. 1, 784, 145 minutos. 29, 735 horas. 1, 238 días. 177 semanas. 88 quincenas. 40 meses. 3 años. Ése es el tiempo que te he amado. Naciste siendo una bebé. Profundo, ya sé. Pero es importante. Si hubiera sabido cuánto te iba a llegar a amar, hubiera tratado de capturar el momento de tu nacimiento elocuentemente. Fue largo, estábamos cansados y tú no querías salir. Recuerdo haber estado aterrado, y me acuerdo de la textura de plástico del cordón umbilical mientras las tijeras médicas brincaban en mis manos temblorosas”.
“Si hubiera sabido cuánto te iba a amar. Fui a casa y era un torbellino de emociones pero no me había caído la gravedad de este evento que cambiaría mi vida. Si tan solo hubiera sabido entonces lo mucho que harías crecer mi corazón. Dormí, desperté, te visité y repetí esto hasta que viniste a casa. Luego llegaste a casa y no sabía qué hacer. Algunos papás se enamoran inmediatamente y a otros les toma tiempo que crezca la flama. ¿Es una cosa horrible de decir? ¿O se espera que tengamos una conexión inmediata con nuestros niños que la sociedad nos pone en una posición en la que nos sentimos una persona inadecuada?”
“Si solo hubiera sabido qué haría explotar mi corazón. Hacer que mis ojos lloraran, que la garganta se me cerrara mientras pasaba un nudo. Tenía miedo de tener una niña, no sabía qué hacer con las niñas. ¿Iba a ser un buen papá? Mi modelo a seguir masculino no había sido uno bueno, ¿sería yo uno bueno para ella? Un millón de pensamientos, sentimientos y emociones nublaban mi misión. Me restaban de este milagro. Tú siempre estuviste presente”.
“Después comenzó la preocupación. Antes del ‘amor’. Miedo. ¿Estás comiendo bien? ¿Estás bien? ¿Estás durmiendo bien? ¿Por qué es ese el color de tu piel? ¿Qué es un saca mocos? ¿Cuánto Panadol te tengo que dar? ¿Cuándo fue la última vez que tomaste Panadol? ¿Tienes fiebre? ¿Te están saliendo los dientes? ¿Por qué vomitas? ¿Cuándo vas a dejar de vomitar? Ouch, eso se ve lastimado, ¿cuánta pomada? ¿Cuánto tiempo sin pañal? ¿Cuánta fórmula? ¿Cuánta popo es demasiada? ¿No acababa de estar enferma?”
“Noches sin dormir oyéndote toser, suspirar, estornudar, siempre preocupándome que no despertaras. ¡Llanto! ¡Por lo menos! Al menos sabía que estabas viva”.



“Si tan solo hubiera sabido que me llamarías Papi y me dirías que me querías. Volteo atrás y pienso en todos los sentidos momentos. Las infinitas caras divertidas y las incansables expresiones. El continuo movimiento de la lengua que adquiriste. Tu primera sonrisa. Tu primera risa. Cuando te cambiaba y me pegabas en la panza y pensabas que era lo más divertido del mundo. Verte como pegabas con total desprecio por tu seguridad personal. Gritabas de emoción cuando me veías”                                                                                 

“Cuando tu cara se ilumina…Si hubiera sabido que los momentos más glorioso de mi vida serían cuando esa luz brilla sobre mí. Todo esto pasa muy rápido. Un segundo estás acostada, el siguiente sentada, luego gateando, luego caminando…luego palabras”.

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